Muchos recuerdan el 11 de septiembre de 1973 como la fatídica fecha en la cual uno de los gobiernos más progresistas y democráticos de Su...
Muchos recuerdan el 11 de septiembre de 1973 como la fatídica fecha en la cual uno de los gobiernos más progresistas y democráticos de Suramérica fue salvajemente acabado por el hoy tristemente célebre Dictador Augusto Pinochet. Pero en realidad pocos se han adentrado verdaderamente en las alamedas por donde transitó el hombre libre chileno durante los tres años anteriores al golpe. He aquí el insoslayable valor de este libro.
El mismo retrasa un mapa simbólico y político sobre las vicisitudes del Gobierno de Allende, pero también sobre sus esperanzas, sus políticas públicas e inminente logros. Todo ello guiado por la pluma y la voz del mejor relator de ese tiempo y ese espacio: el mismísimo Salvador Allende.
En esta publicación se encuentra compilada el alma de los tres años de gobierno de la Unidad Popular a través de los discursos del “Compañero Presidente” que marcaron ese fecundo periodo histórico de la democracia suramericana. A través de estos discursos se puede crear y recrear la historia sociopolítica de Chile y construir así una precisa geografía de esos heroicos años. Palmo a palmo se puede medir la magnitud de un gobierno que, desde el inicio, comenzó con paso firme y sin titubear delante del inminente peligro de una oligarquía que no tenía ninguna intención de mediar ni política, ni económicamente.
A pesar de ello, y como ha de mostrarse, el “gobierno del pueblo” lejos de comenzar con bajo perfil, decidió desde el inicio implementar una política de cambios radicales que miraban, no a una reforma social, sino a una verdadera y propia Revolución. Fue así como se tomaron medidas tales como la nacionalización de los bancos, el cobre y la redistribución de la tierra desde el primer año de gobierno.
La historia de estos años, la verdadera, la que se debería contar y mantener viva en la memoria nace el 5 de noviembre de 1970, cuando el gobierno de la Unidad Popular liderizado por Salvador Allende asume democráticamente la presidencia en medio tensiones. En el discurso de ese primer día de gobierno el nuevo presidente, lejos de caer en ingenuos triunfalismos, llamó a la calma y el orden durante las manifestaciones de júbilo. Ello respondía a una razón obvia: según la oposición a Allende el pueblo, ahora hecho gobierno, no tardaría en destruir todo a su paso. Ese pueblo, incluso antes de asumir el poder, ya era tildado de bárbaro e incivilizado.